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  • Ricardo García Molina

Pequeña reforma, gran desafío


La experiencia en reformas nos ha enseñando que el tamaño de los espacios no está en relación con las dificultades que aparecerán, más bien al contrario. Enfrentar una reforma de un pequeño espacio en el que hay que dar solución a las mismas necesidades básicas de una vivienda, nos obliga a repensar cuestiones elementales, como por ejemplo, cuánto espacio vamos a reservar para almacenaje.


Sin embargo el centro del problema no está ahí, porque este espacio por pequeño que sea tiene que convertirse en el escenario en el que se desenvuelva la vida de las personas que lo habiten y, por tanto, tiene que se un lugar que permita cobijarse, recibir, soñar, comer, pensar, descansar, amar, ...


Baño antes de la reforma

Con ese planteamiento afrontamos la reforma de este pequeño apartamento que necesitaba adaptarse a una forma de vivir que nada tiene que ver con la de hace 40 años. Y lo que nos encontramos era muy similar a muchos antiguos apartamentos de la costa de Gran Canaria: un pasillo tan grande como el baño, una barra en la cocina que nadie usaba porque a nadie le gusta comer mirando hacia la pared, una cocina llena de muebles que estaban casi vacíos, unos enormes armarios empotrados, una bañera tan pequeña que uno no se podía bañar,...


La distribución del espacio es muy frecuente en los edificios de apartamentos de los años 60. Un dormitorio a la entrada, baño interior, cocina-comedor-estar, terraza y pasillo. Lo más increíble es que en ese lugar pasaban todos los veranos los 5 miembros de una familia (en realidad mi familia).


Plano original. En verde los espacios desaprovechados y en rojo sin luz natural.

Había muchos espacios desaprovechados (en verde en el esquema) y, lo que es peor, medio apartamento carecía casi totalmente de iluminación natural, a pesar de encontrarse en un lugar que goza de sol prácticamente todo el año.


Se estudiaron múltiples alternativas.

Barajamos multitud de alternativas. Y empezamos a encontrar la solución cuando nos dimos cuenta de dos cuestiones:

1. Podíamos convertir el pasillo en una parte útil del estar, creando la ilusión de que el espacio se agrandaba.

2. La luz natural inundaría el baño incluso hasta llegar al dormitorio.


La cuestión del pasillo es recurrente en muchos de nuestros proyectos. Los pasillos vienen de un concepto decimonónico de privacidad según el cual había que poder pasar hasta el interior de las viviendas sin ser vistos por las visitas. Las mismas visitas que tampoco debían ver nunca la cocina (como si no tuvieran cocinas en sus casas). Pero hoy en día lo habitual es llevar a la visita a la cocina para que nos acompañe o ayude mientras preparamos algo. Así que el pasillo ya no tiene sentido y se convierte en una fuente inagotable de metros cuadrados libres para utilizar en la reforma.


El hecho de poner ventanas al baño hacia el interior de los espacios de la vivienda es algo que ya hemos asumido en las habitaciones de hotel y poco a poco va llegando a nuestras viviendas. Esas ventanas no solo permiten aprovechar la luz natural en el baño, sino que incluso podemos ducharnos con vistas al mar. Y de paso aprovechamos nuestro baño para llevar el sol al dormitorio.

La solución finalmente adoptada.

Por la noche utilizamos lámparas lineales para generar también un efecto de amplitud y continuidad de los espacios. Con el mismo material del suelo realizamos el cabecero de la cama. El gran armario se redujo a unas estanterías para poder apoyar las maletas y colgar algunas cosas. Y otros detalles que la propietaria (mi propia hermana) se encargó de completar con mucho acierto.


Imágenes del resultado final en REFORMA DE PEQUEÑO APARTAMENTO




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